RENOVABLES, ES EL NOMBRE DE LA CANCIÓN.
Columna de Opinión publicada en la Nación, 17-01-2008.
El sostenido aumento en el precio del petróleo, pone nuevamente sobre la mesa nuestras debilidades para enfrentar el desarrollo económico en medio de una crisis energética, todavía no superada. Hace un par de años nadie pensaba que el precio del barril de petróleo llegaría a US$100. Hoy ya se habla de pronósticos de US$ 200 por barril.
Algunos observan con dudas y/o expectación los primeros movimientos hacia una producción con fuentes nucleares, en tanto, la mayoría sigue con interés los vaivenes de las fuentes tradicionales. El gas sigue siendo la solución de corto plazo, sin embargo, tras las restricciones fijadas por nuestros vecinos los ojos incluso se volvieron hacía fuentes tan antiguas como el carbón.
Desafortunadamente, el común denominador de estas fuentes energéticas es la contaminación que provocan a este ya perjudicado planeta. Sus consecuencias las leemos y escuchamos a diario en los medios de comunicación. Es más, Al Gore, acaba de recibir un premio Nobel por dejar a la luz pública los estragos provocados al medio ambiente, cuyo efecto más presente es el cambio climático que paradójicamente afecta directamente a nuestro país. La energía hidráulica, en pequeña escala, con sus centrales de paso, es un avance. Sin embargo, los nuevos proyectos en el Sur de Chile pronto forjarán “marejadas de tinta” en los medios de comunicación.
Mientras tanto, habemos algunos que miramos con pasión y esperanza hacia las fuentes renovables no convencionales (ERNC) que ha diferencia de las anteriores, no contaminan, no se agotan y no son más costosas. Resulta preocupante la miopía que tiene el sector empresarial chileno, ya que no puede o no quiere ver soluciones de largo plazo por medio de estas fuentes de producción limpia.
Como ya es recurrente las iniciativas suelen venir de multinacionales quienes han comenzado a incorporar fuentes renovables en sus procesos productivos, contribuyendo así a sus planes de eficiencia energética. Por su parte, instituciones como las FFAA, efectúan planes y estudios concretos para implantar el uso de estas energías.
Si bien entidades del Estado, como CORFO y la CNE, suscitan algunas ideas para fomentar el uso de las energías alternativas, no hay acciones concretas como la subvención directa. Aunque es destacable que se haya legislado en su favor con las llamadas Leyes Cortas o adoptar medidas como que las empresas eléctricas deberán incorporar fuentes renovables no convencionales en el 5% del total de su distribución a partir del 2010.
El motor del desarrollo de este país es el sector privado, en particular, las empresas generadoras y distribuidoras eléctricas. La paradoja (o picaresca empresarial) se hace presente cuando empresarios de este sector se pregunta o cuestiona el funcionamiento de estas tecnologías en Chile. Estas fuentes energéticas están funcionando eficientemente desde hace más de 20 años en Europa y USA. Nuestro país, tímidamente, cuenta con dos mini centrales: la de Alto Baguales en Aysén y Canela Baja, en el Norte.
Un aspecto distinto, es la rentabilidad de las inversiones en estas fuentes, comparada con las fuentes tradicionales. En su análisis hay que incluir necesariamente la incidencia de los llamados “Bonos de carbono” que se transan libremente en un mercado, donde Chile es emisor de bonos y países europeos y Japón son receptores.
A modo ilustrativo, las fuentes renovables españolas durante el 2007, produjeron 73 mil millones de KW/h, de los cuales 29 mil millones de KW/h fueron de origen eólico. Esto significa que las fuentes renovables produjeron más que las fuentes nucleares (55 mil millones KW/h).
Al amparo de estos datos se podría afirmar, sin mucho temor a equivocarse, que las renovables son una alternativa seria en la producción de energía en este país y que podemos convertirnos en un referente en esta región del mundo.