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Energías Renovables

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Las energías renovables

La física define la energía como la capacidad potencial que tienen los cuerpos para producir trabajo o calor, y se manifiesta mediante un cambio.

Es energía el esfuerzo que hace una persona cuando pedalea en una bicicleta. También lo es el movimiento contínuo del agua de un río, o el calor que desprende un carbón cuando se quema.

Desde siempre el hombre ha utilizado las fuentes de energía que están a su alcance para hacer un trabajo u obtener calor.

Primero, su fuerza física o la de animales domesticados. Luego, hizo uso de los combustibles fósiles tales como el carbón, el gas natural y el petróleo. Esto nos habla de como la energía ha sido esencial para la humanidad, tan esencial como el agua potable.

De entre las distintas fuentes de energías, las renovables son aquellas que se producen de forma continua y son inagotables a escala humana, aunque habría que decir que, para fuentes como la biomasa, esto es así siempre que se respeten los ciclos naturales.

El sol está en el origen de todas las energías renovables porque su calor provoca en la las diferencias de presión en la tierra, dando origen a los vientos, fuente de la energía eólica.

El sol ordena el ciclo del agua, causa la evaporación que predispone la formación de nubes, y por lo tanto, de las lluvias. Asimismo, del sol procede la energía hidráulica. Las plantas se sirven del sol para realizar la fotosíntesis, vivir y crecer. Toda esa materia vegetal es la biomasa.

Finalmente, el sol se aprovecha directamente en las energías solares, tanto la térmica como la fotovoltaica.

Cambio climático

Sin duda, el cambio climático es el mayor desafío ambiental del planeta. En el último siglo la temperatura media global aumentó 0,6 grados centígrados y los científicos han certificado que la década de los noventa fue la más calurosa de los últimos 150 años.

Para tratar de frenar el calentamiento global en 1997 varios gobiernos firmaron el Protocolo de Kioto, que establece un calendario de reducción de la emisión de gases de efecto invernadero en función de las emitidas por cada país.

Chile no ha estado ajeno a estos acontecimientos. Asumió su compromiso suscribiendo la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y ratificándola el año 1994. Lo mismo se hizo con el Protocolo de Kioto que fue suscrito en 1997 y ratificado el 2002.

A pesar de este acuerdo, los resultados no son alentadores, por lo que nuestros esfuerzos deben ser mayores a la hora de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

¿Cuáles son los tipos de energía menos lesivos para el medio ambiente?

Las conclusiones del estudio “Impactos ambientales de la producción eléctrica (2000) realizado por la consultora ibérica AUMA, que empleó como método de trabajo el ciclo de vida (análisis de todas sus fases desde su “nacimiento” hasta su “muerte”), determinó que las energías renovables tienen 31 veces menos impactos que las convencionales.

Los resultados demuestran que el lignito, el petróleo y el carbón son las tres tecnologías más contaminantes.

En segundo lugar figuran la energía nuclear y el gas natural.

La energía eólica y la minihidráulica forman un tercer grupo, a gran distancia, por lo que bien pueden calificarse de fuentes de energías limpias. La biomasa no fue incorporada en la investigación mencionada pues los efectos que provoca son muy variados.

Fuentes inagotables

Las energías renovables son inagotables. Utilizar la radiación solar para producir calor o electricidad no disminuye en ningún caso la cantidad de energía que el sol envía a la tierra. Otro tanto sucede con el viento. Por más aerogeneradores que extrajeran su fuerza y la convirtieran en electricidad nunca trastocarían el equilibrio térmico del planeta.

Lejos de ser inagotables, los combustibles fósiles se están acabando. Hasta el punto que su control estratégico provoca conflictos políticos y sociales, como la guerra de Irak o el corte del suministro de gas por parte de Argentina, y todo hace pensar que el escenario tenderá a agravarse.

Política pública

Si bien las energías renovables crean cinco veces más puestos de trabajo que las convencionales, son en comparación más costosas y no pueden competir en igualdad de condiciones en el mercado. Por ello, además de un desarrollo tecnológico que reduzca cada vez más la diferencia de costos, se requiere una política nacional de apoyo que asegure la rentabilidad de las inversiones en este ámbito.

En ese contexto, tanto la diversificación de las fuentes de suministro eléctrico, como el desarrollo de fuentes propias que nos permitan mantener una relativa independencia energética, son estrategias para aumentar la seguridad de nuestro suministro eléctrico, hoy compartidas por el conjunto de la sociedad.

El estímulo al desarrollo de las energías renovables no convencionales forma parte de estas estrategias, pues permite incorporar a la matriz de generación eléctrica nacional fuentes de energía primaria autóctonas y tecnologías de generación que hoy no están presentes en ella, o bien sólo lo están de manera marginal, las que contribuyen a mitigar el impacto que las variaciones internacionales de los precios de los combustibles tiene en el país.

Adicionalmente, una mayor participación de este tipo de fuentes en la matriz energética permite avanzar en el desarrollo sustentable de nuestra economía, pues ellas son menos invasivas para el medio ambiente que las fuentes tradicionales de generación eléctrica, producen escasa o nula contaminación atmosférica local, son compatibles o complementarias con otras actividades económicas, permiten un desarrollo descentralizado y regional del sector energía, y contribuyen a mitigar los efectos que el consumo energético mundial está teniendo en el clima del planeta.

Por ello se considera necesario emprender nuevas acciones para acelerar el ingreso de energías renovables no convencionales a nuestra matriz energética, y consolidarlas en el mercado eléctrico como una alternativa real y eficiente de generación.

De esta forma, el país podrá capitalizar la contribución que las referidas energías pueden hacer a los objetivos de la política energética y al desarrollo nacional. Esta necesidad se sustenta en la constatación de que algunas características impiden asumir los riesgos asociados a la comercialización final de la energía de igual forma que los proyectos y emprendedores tradicionales.

Debido a ello, estos proyectos tienen menores posibilidades de suscribir contratos de largo plazo con clientes finales no sujetos a regulación de precios o empresas distribuidoras para la venta de su energía y, por consiguiente, no pueden optar a modelos de negocios que les otorguen certidumbre de ingresos durante plazos prolongados, condición fundamental para desarrollar proyectos que se caracterizan por la recuperación del capital invertido en el largo plazo.

Adicionalmente, el menor tamaño de los proyectos de energías renovables no convencionales y la dedicación relativamente mayor que demanda su evaluación, más el riesgo inicial que implica la introducción de tecnologías innovadoras en mercados competitivos de generación eléctrica, los hacen, por el momento, menos interesantes para las empresas existentes en el mercado eléctrico chileno que los proyectos con energías convencionales.

El nivel actual de los precios nacionales e internacionales de la energía, así como los altos grados de desarrollo y eficacia que han alcanzado algunas tecnologías, permiten la existencia de proyectos de energías renovables no convencionales que deberían ser competitivos en el país con las fuentes tradicionales de generación. Las oportunidades que esto trae, han sido advertidas por diversos emprendedores nacionales e internacionales que, en un número creciente, están tratando de desarrollar estos proyectos en Chile.

Por su parte, la mayor conciencia mundial sobre la importancia de un suministro energético confiable y ambientalmente sustentable, se traduce en que muchos países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, tienen hoy políticas de fomento a las energías renovables no convencionales y en un dinámico mercado internacional asociado a estas energías.

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